martes, 1 de octubre de 2013

Subida al Angliru

Llegó el gran día. La naturaleza humana es sabia y hace que ante un gran reto, el cuerpo se ponga alerta desde primera hora. Los sentidos están al 100%, estimulados por una sensación de desasosiego fruto de los nervios. La climatología se presenta complicada, muchas nubes, demasiadas. Mis compañeros de fatigas en el día de hoy son Iván Crespo e Iván Quiñonero, grandes conocedores de la zona que vamos a recorrer. Hasta ellos mismos no tienen muy claro que los elementos nos vayan a respetar. Salimos de nuestro centro de operaciones en el minero Valle de Turón. Hasta los pies del Angliru nos esperan 24 kilómetros bastante llevaderos en cuanto a perfil. La única dificultad es pasar lo más rápido posible una serie de túneles sin iluminación ni arcén, que por fortuna no son muy largos. Lo justo para calentar, pero no para cansarnos más de la cuenta. Mis sensaciones son buenas por el momento. Me he planteado la ruta como un ejercicio de pura supervivencia. No voy a gastar ni un gramo de fuerza más de lo necesario. Me encantaría poder dar relevos a mis compañeros, pero tengo claro que voy demasiado justo. Algunas gotas nos acompañan durante estos pocos kilómetros, pero no las suficientes para hacernos poner el chubasquero. Bromas y buen ambiente, hacen que se me pase el tiempo de manera sorprendente y casi de repente los "Ivanes" me avisan de lo que se me viene encima.

Altimetría del Angliru

Podemos dividir este puerto de montaña en dos partes completamente diferenciadas. La primera mitad no deja de ser un puerto llevadero, de aproximadamente 5 kilómetros. A mitad de la ascensión nos encontramos el Área de Descanso (nunca mejor dicho) de Via Pará, algo más de un kilómetro de falso llano, antes de llegar al Infierno con mayúsculas.

Pero vayamos por partes, la primera mitad se hizo a ritmo muy tranquilo, pero francamente me supuso algo más de desgaste de lo que me esperaba habiendo estudiado la altimetría con antelación. Son 5 kilómetros, que exceptuando el primero, tienen un porcentaje medio por kilómetro de entre 7,3% y el 9,1%. No se les puede considerar ni mucho menos una simple "tachuela". Ya viendo Via Pará superamos la última rampa de dificultad que seguramente ande por el 11%. Estoy algo cansado. Me tomo medio gel y bastante bebida isotónica durante el kilómetro de descanso. Pero las pulsaciones no bajan, suben y mucho. Estoy nervioso y emocionado. Tengo que admitir que me dio un escalofrío al pasar por el primer cartel con portadas de la prensa haciendo referencia al "Coloso". Las pintadas en el suelo recordando al "Chava Jiménez" o con un poco motivador "Ahora empieza el Infierno", no ayudan. 

Uno de los primeros carteles

Os comento a los menos aficionados al ciclismo, que el Angliru es un puerto con un "marketing" muy bien hecho, cada kilómetro te encuentras con un cartelón de lo que te espera en el mismo. Incluso muchas de las rampas que componen la ascensión tienen sus nombres y carteles propios. Voy a pasar a hablaros de cada unos de los seis kilómetros que conforman esta "Bestia".

Km.6 (13,7% medio)
Se inicia al pasar Via Pará. Te topas allí mismo con el segundo tramo más duro de toda la ascensión: Les Cabanes, con un máximo del 22%. Una locura. Hay que estar allí para darse cuenta de lo que tienes delante. Ninguna fotografía puede mostrarnos tal monstruosidad. Para mí supone un punto crítico. Soy de complexión fuerte para lo que se recomienda en esto del ciclismo y pendientes superiores al 15% se me atragantan. Tampoco ayuda el desarrollo de mi bicicleta, que aún llevando un triple, sólo me entrega un decepcionante 30x23, que visto en proporción es algo más duro que los compact de mis compañeros. Lo asumo y no es esto lo que más me preocupa, ya que estoy más que acostumbrado a ir atrancado sobre la bicicleta, es mi forma de pedalear. Paso Les Cabanes tocado, subí serpenteando, aunque sin apurar del todo los arcenes. El resto del kilómetro se hace muy duro, más que nada pensando lo que aún queda. Me animo a mi mismo viendo que no sufrí tanto a pesar de la tensión.

Km.7 (11,9% medio)
Este es un kilómetro que engaña, es el más blando de la ascensión, pero es constante. Sólo se agarra más de lo normal el tramo de Llagos, con un máximo del 14,5%. Y no nos olvidemos que un kilómetro completo al doce por ciento sería el más duro de prácticamente cualquier puerto. Menos mal que mis compañeros son compasivos y no van a sus respectivos ritmos.

Km.8 (12,1% medio)
Cuidado este kilómetro, hay que subir otro auténtico "muro". Se trata de Picones (20%). Se hace durísimo, parecen porcentajes aún mayores. Sigo serpenteando cada vez con mayor recorrido de lado a lado. Es lo bueno de este puerto, sin casi tráfico prácticamente se puede aprovechar cada metro de la calzada. Además quienes bajan, ya sea con automóvil o con bicicleta tienen en cuenta que el Angliru no se suele subir recto. En los finales de rampas que acaban en curva me abro todo lo posible para suavizar el porcentaje y bajo al máximo la velocidad para bajar pulsaciones.

Un servidor esforzándose
Km.9. (14% medio)
Con Crespo dándolo todo
Llegamos a la parte crítica del puerto. Es un kilómetro tremendo, y desde hace algunas curvas sabes que la temida Cueña des Cabres está más cerca. Pero todo a su tiempo, ahora toca subir Cobayos (21,5%). Es la tercera rampa en porcentaje de la subida. Tengo que apretar más de lo que quería para subir. Llego muy justo. Hay que bajar pulsaciones como sea.

 




Km.10 (17,5% medio)
Retorciéndonos en la Cueña
 Probablemente dentro del ciclismo profesional no haya un kilómetro como este. Para los profanos en esto quiero que se imaginen un edificio de seis plantas de altura y un trozo de asfalto de cien metros de longitud. Si con una grua levantásemos un extremo de ese trozo de asfalto y lo situasemos sobre el edificio, manteniendo el otro extremo sobre el suelo, obtendríamos aproximadamente el desnivel medio de este kilómetro. En su parte más dura (23,5%) de la "Cueña des Cabres", y utilizando la analogía anterior, el edificio sería de ocho pisos. Los adjetivos se quedan cortos, esto es una burrada, en bici de montaña ya tiene que ser muy dificil subir, pero en bici de corredor se torna heroico. Antes de empezar la "Cueña", y cuando la diviso frente a mi me sorprende. Vista en televisión no parece tan empinada. Esto no es normal. Doy las primeras pedaladas pensando que esto no puede ser "bueno" para el organismo. En los peores momentos voy prácticamente a un metro por segundo. Visto por un observador externo parecería que no doy pedales, pero os aseguro que la bicicleta crujía de la potencia puesta en cada empujón. La alternancia entre ir sentado e ir de pie, se hacen cada vez continua. No soporto el dolor de cualquiera de las posturas posibles durante muchos segundos. De pulsaciones voy pasado, pero hay que tirar como sea. No contemplo la opción de poner el pie a tierra. Sigo a Crespo en sus bandazos, que se pone un ritmo muy similar al mío, que yo aprovecho para no gastar ni siquiera energía mental para buscar una trazada. El único miedo que me invade es que al cerrar cada uno de los giros en el arcén me patine la rueda y pierda el equilibrio.Tengo una buena capacidad aeróbica, pero muy pocas veces sentí las pulsaciones a tal ritmo y mi caja torácica buscar oxígeno a través de nerviosas bocanadas. Quiñonero va como un tiro y se puede permitir esperarnos en la propia Cueña para hacernos unas fotos. Ya nos había hecho varias en la subida, en unas cuantas curvas, pero esto tiene más merito. Dudo que si yo me parase, pudiese siquiera volver a subirme a la bicicleta con esta inclinación. Quiero que sintais la angustia que se siente ahí. Sigue sin acabarse lo peor. Llega el punto que el organismo te pide un descanso, no se te ocurra hacerle caso. Ya casi lo tienes. Un último esfuerzo y llegarás a la curva. De acuerdo que después hay más, pero es mejor no pensarlo. Se acabó la "Cueña", te vencí. 
En plena curva

Da igual que esté exhausto, tengo diez metros de curva donde bajo mi velocidad a casi cero, para recuperar la respiración. No me importa que frente a mi tenga una rampa que tendrá 15-16%. Mi voluntad pudo con rampas mucho más duras hace unos instantes, y se que voy a llegar a la cima. Quizás no en unas grandes condiciones, pero sin poner pie a tierra.

Km.11 (13,6% medio)
El terreno ya no permite recuperar. Todos los que hemos estudiado las opiniones de otros en el Angliru, conocemos de oidas el tramo del Aviru con máximas del 21,5%. 

Iván Crespo acabando el martirio conmigo al fondo
Tanto Quiñonero, como Crespo, me empiezan a sacar más ventaja. Sólo puedo agradecerles que me hiciesen la subida más animada con sus ánimos e indicaciones, es su momento ahora, ellos que pueden. Sólo con una mirada entienden, que estoy en otra guerra, a lo mío, luchando cada metro pero estando seguro que nada me detendrá ya. Voy sólo, que es lo que mejor simboliza al Angliru, la historia personal de quien lo intenta subir, sus miedos y esfuerzos por llegar a la cima. El Aviru destroza mi dolorida musculatura. Se intuye ya la llegada al puerto en menos de mil metros (el cuentakilómetros no me puede engañar), se que los últimos 600 metros del puerto, son un falso llano y una bajada (quién no recuerda al difunto "Chava" sorprendiendo a Tonkov en la niebla). Mis cálculos me dicen que me quedan ya menos de cuatrocientos metros de subida. Estoy confuso, acabo de ver otro cartel, Les Piedrusines... No puede ser, creía que me sabía el puerto de memoria. Me fijo y da un máximo del 20%... Por suerte no me vengo abajo mentalmente y doy todo lo que me queda, que ya no es mucho. Subo tremendamente despacio, pero subo. Se acabó...

Últimos 600 metros
Veo muy lejos ya a los "Ivanes" sprintando a tope los últimos metros de falso llano antes de lanzarse hacia la bajada que lleva a la meta. Yo necesito cerca de 300 metros para recuperarme. Doy los pedales justos para mantenerme en pie. En cuanto vuelvo a respirar dignamente comienzo la bajada donde veo a mis compañeros descansando. Son metros de celebración, parezco un niño levantando los brazos y tapándome la cara, no me lo creo. Lo hice!!!

A mi llegada nos hacemos las fotos de rigor y toca abrigarse, el ciclismo no perdona y es así de ingrato, que no te permite regodearte en los éxitos. 


Iván Quiñonero en una foto clásica

Iván Crespo y servidor
Le tenía muchas ganas a esta imágen


Parecía que estaba todo hecho, pues no. Ha sido la bajada más dolorosa que realicé nunca. Los frenos apretados casi a tope toda la bajada. Las curvas son cerradísimas. Y además hay que tener precaución con los posibles moradores de la vía (otros ciclistas sufriendo, vehículos humeando en primera velocidad, vacas despistadas entre pasto y pasto, etc.). El agarrotamiento al pasar por Via Pará se hace casi insoportable, menos mal que ahí la carretera da una tregua para recomponerse un poco y terminar de bajar el puerto, ya por desniveles más "controlables".

Llegamos al llano, nos despojamos del chubasquero tranquilamente hasta que el "ardor guerrero" de Quiñonero nos hace salir pitando a por un par de ciclistas unos metros más adelante. Fueron varios kilómetros a velocidad de vértigo a cola de esta improvisada grupeta. Fuimos todos a tope. Yo, que no estoy muy acostumbrado a ir en grupo lo pasé fatal para aguantarles la rueda. Menos mal que nuestros destinos no eran los mismos, de lo contrario no hubiese llegado con ellos con total seguridad. Los últimos kilómetros transcurrieron de manera plácida hasta el final de nuestra ruta de nuevo en Turón.

Como conclusión, seguramente estemos ante el puerto más duro del ciclismo profesional (obviamente no conozco en persona la mayoría, pero habiéndolo subido y conociendo las cifras no me quedan muchas dudas). No creo que sea un puerto que repita en muchos años, realmente no aporta mucho como entrenamiento. Es sufrimiento en estado puro... Y pura satisfacción si lo coronas...

1 comentario:

  1. muy entretenida la entrada. felicitaciones por partida doble

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