Llegó el gran día. La naturaleza humana es sabia y hace que ante un gran reto, el cuerpo se ponga alerta desde primera hora. Los sentidos están al 100%, estimulados por una sensación de desasosiego fruto de los nervios. La climatología se presenta complicada, muchas nubes, demasiadas. Mis compañeros de fatigas en el día de hoy son Iván Crespo e Iván Quiñonero, grandes conocedores de la zona que vamos a recorrer. Hasta ellos mismos no tienen muy claro que los elementos nos vayan a respetar. Salimos de nuestro centro de operaciones en el minero Valle de Turón. Hasta los pies del Angliru nos esperan 24 kilómetros bastante llevaderos en cuanto a perfil. La única dificultad es pasar lo más rápido posible una serie de túneles sin iluminación ni arcén, que por fortuna no son muy largos. Lo justo para calentar, pero no para cansarnos más de la cuenta. Mis sensaciones son buenas por el momento. Me he planteado la ruta como un ejercicio de pura supervivencia. No voy a gastar ni un gramo de fuerza más de lo necesario. Me encantaría poder dar relevos a mis compañeros, pero tengo claro que voy demasiado justo. Algunas gotas nos acompañan durante estos pocos kilómetros, pero no las suficientes para hacernos poner el chubasquero. Bromas y buen ambiente, hacen que se me pase el tiempo de manera sorprendente y casi de repente los "Ivanes" me avisan de lo que se me viene encima.
Altimetría del Angliru |
Podemos dividir este puerto de montaña en dos partes completamente diferenciadas. La primera mitad no deja de ser un puerto llevadero, de aproximadamente 5 kilómetros. A mitad de la ascensión nos encontramos el Área de Descanso (nunca mejor dicho) de Via Pará, algo más de un kilómetro de falso llano, antes de llegar al Infierno con mayúsculas.
Pero vayamos por partes, la primera mitad se hizo a ritmo muy tranquilo, pero francamente me supuso algo más de desgaste de lo que me esperaba habiendo estudiado la altimetría con antelación. Son 5 kilómetros, que exceptuando el primero, tienen un porcentaje medio por kilómetro de entre 7,3% y el 9,1%. No se les puede considerar ni mucho menos una simple "tachuela". Ya viendo Via Pará superamos la última rampa de dificultad que seguramente ande por el 11%. Estoy algo cansado. Me tomo medio gel y bastante bebida isotónica durante el kilómetro de descanso. Pero las pulsaciones no bajan, suben y mucho. Estoy nervioso y emocionado. Tengo que admitir que me dio un escalofrío al pasar por el primer cartel con portadas de la prensa haciendo referencia al "Coloso". Las pintadas en el suelo recordando al "Chava Jiménez" o con un poco motivador "Ahora empieza el Infierno", no ayudan.
Uno de los primeros carteles |
Os comento a los menos aficionados al ciclismo, que el Angliru es un puerto con un "marketing" muy bien hecho, cada kilómetro te encuentras con un cartelón de lo que te espera en el mismo. Incluso muchas de las rampas que componen la ascensión tienen sus nombres y carteles propios. Voy a pasar a hablaros de cada unos de los seis kilómetros que conforman esta "Bestia".
Km.6 (13,7% medio)
Se inicia al pasar Via Pará. Te topas allí mismo con el segundo tramo más duro de toda la ascensión: Les Cabanes, con un máximo del 22%. Una locura. Hay que estar allí para darse cuenta de lo que tienes delante. Ninguna fotografía puede mostrarnos tal monstruosidad. Para mí supone un punto crítico. Soy de complexión fuerte para lo que se recomienda en esto del ciclismo y pendientes superiores al 15% se me atragantan. Tampoco ayuda el desarrollo de mi bicicleta, que aún llevando un triple, sólo me entrega un decepcionante 30x23, que visto en proporción es algo más duro que los compact de mis compañeros. Lo asumo y no es esto lo que más me preocupa, ya que estoy más que acostumbrado a ir atrancado sobre la bicicleta, es mi forma de pedalear. Paso Les Cabanes tocado, subí serpenteando, aunque sin apurar del todo los arcenes. El resto del kilómetro se hace muy duro, más que nada pensando lo que aún queda. Me animo a mi mismo viendo que no sufrí tanto a pesar de la tensión.
Km.7 (11,9% medio)
Este es un kilómetro que engaña, es el más blando de la ascensión, pero es constante. Sólo se agarra más de lo normal el tramo de Llagos, con un máximo del 14,5%. Y no nos olvidemos que un kilómetro completo al doce por ciento sería el más duro de prácticamente cualquier puerto. Menos mal que mis compañeros son compasivos y no van a sus respectivos ritmos.
Km.8 (12,1% medio)
Cuidado este kilómetro, hay que subir otro auténtico "muro". Se trata de Picones (20%). Se hace durísimo, parecen porcentajes aún mayores. Sigo serpenteando cada vez con mayor recorrido de lado a lado. Es lo bueno de este puerto, sin casi tráfico prácticamente se puede aprovechar cada metro de la calzada. Además quienes bajan, ya sea con automóvil o con bicicleta tienen en cuenta que el Angliru no se suele subir recto. En los finales de rampas que acaban en curva me abro todo lo posible para suavizar el porcentaje y bajo al máximo la velocidad para bajar pulsaciones.
Un servidor esforzándose |
Con Crespo dándolo todo |
Km.10 (17,5% medio)
Retorciéndonos en la Cueña |
En plena curva |
Da igual que esté exhausto, tengo diez metros de curva donde bajo mi velocidad a casi cero, para recuperar la respiración. No me importa que frente a mi tenga una rampa que tendrá 15-16%. Mi voluntad pudo con rampas mucho más duras hace unos instantes, y se que voy a llegar a la cima. Quizás no en unas grandes condiciones, pero sin poner pie a tierra.
Km.11 (13,6% medio)
El terreno ya no permite recuperar. Todos los que hemos estudiado las opiniones de otros en el Angliru, conocemos de oidas el tramo del Aviru con máximas del 21,5%.
Iván Crespo acabando el martirio conmigo al fondo |
Últimos 600 metros
Veo muy lejos ya a los "Ivanes" sprintando a tope los últimos metros de falso llano antes de lanzarse hacia la bajada que lleva a la meta. Yo necesito cerca de 300 metros para recuperarme. Doy los pedales justos para mantenerme en pie. En cuanto vuelvo a respirar dignamente comienzo la bajada donde veo a mis compañeros descansando. Son metros de celebración, parezco un niño levantando los brazos y tapándome la cara, no me lo creo. Lo hice!!!
A mi llegada nos hacemos las fotos de rigor y toca abrigarse, el ciclismo no perdona y es así de ingrato, que no te permite regodearte en los éxitos.
Iván Quiñonero en una foto clásica |
Iván Crespo y servidor |
Le tenía muchas ganas a esta imágen |
Parecía que estaba todo hecho, pues no. Ha sido la bajada más dolorosa que realicé nunca. Los frenos apretados casi a tope toda la bajada. Las curvas son cerradísimas. Y además hay que tener precaución con los posibles moradores de la vía (otros ciclistas sufriendo, vehículos humeando en primera velocidad, vacas despistadas entre pasto y pasto, etc.). El agarrotamiento al pasar por Via Pará se hace casi insoportable, menos mal que ahí la carretera da una tregua para recomponerse un poco y terminar de bajar el puerto, ya por desniveles más "controlables".
Llegamos al llano, nos despojamos del chubasquero tranquilamente hasta que el "ardor guerrero" de Quiñonero nos hace salir pitando a por un par de ciclistas unos metros más adelante. Fueron varios kilómetros a velocidad de vértigo a cola de esta improvisada grupeta. Fuimos todos a tope. Yo, que no estoy muy acostumbrado a ir en grupo lo pasé fatal para aguantarles la rueda. Menos mal que nuestros destinos no eran los mismos, de lo contrario no hubiese llegado con ellos con total seguridad. Los últimos kilómetros transcurrieron de manera plácida hasta el final de nuestra ruta de nuevo en Turón.
Como conclusión, seguramente estemos ante el puerto más duro del ciclismo profesional (obviamente no conozco en persona la mayoría, pero habiéndolo subido y conociendo las cifras no me quedan muchas dudas). No creo que sea un puerto que repita en muchos años, realmente no aporta mucho como entrenamiento. Es sufrimiento en estado puro... Y pura satisfacción si lo coronas...
muy entretenida la entrada. felicitaciones por partida doble
ResponderEliminar