Iniciamos la ruta dominical
saliendo de nuevo desde el Valle de Turón con mi compañero de fatigas
asturiano, Iván Crespo. Nuestro objetivo: tomar el Gamoniteiro sin
acusar en demasía la jornada anterior de ascenso al salvaje Angliru. No
parece sencilla la tarea a tenor de nuestras sensaciones en los primeros
kilómetros. El destrozo muscular debió ser importante y duele cada pedalada por
sencilla que parezca. Nos dirigimos
sin más dilación hacia Pola de Lena, por una carretera cómoda para rodar
y sin demasiado tráfico, lo que siempre ayuda a
hacer pasar los metros de forma más amena. Hacía una temperatura fresca, y por
ello llevamos los chubasqueros puestos hasta Pola, para allí despojarnos
de ellos ya con una temperatura corporal suficiente. Allí mismo comienzan las primeras rampas del temible puerto de La Cobertoria.
Hago aquí un pequeño inciso para indicar que el ascenso al Gamoniteiro es en realidad el enlace entre el puerto de La
Cobertoria, casi hasta su cima, con la subida propiamente dicho al mismo Gamoniteiro. Veamos a continuación la altimetría completa:
Altimetría completa del Gamoniteiro |
Vuelvo a la crónica en sí. La
Cobertoria discurre en sus primeros kilómetros por varios pueblos que lo
hacen muy llevadero para el
cicloturista ávido de nuevos paisajes que ver. De la dificultad del propio
puerto poco que decir, no porque sea sencillo, todo lo contrario, ya que tiene
una dificultad alta mantenida durante toda la ascensión de manera casi insultante. Pasados los nucleos habitados nos
damos cuenta de lo que se nos viene encima: un puerto ancho, abierto y con una
visibilidad de prácticamente un kilómetro cada vez que cruzamos una curva. No
hay descanso alguno para las piernas. Los tramos parecen fotografías repetidas
una y otra vez, que te hacen sufrir un constante 'deja vú'. Los porcentajes
medios por kilómetro son duros y apenas fluctúan entre el 8,3% y el 10,2%,
durante más de 8000 metros, con apenas un par de rampas cercanas al 15%. Pocos
puertos, incluso buscando entre los Pirenaicos, son capaces de esa regularidad.
Es momento de no mirar demasiado al horizonte, de poner una cadencia cómoda que
permita fijarse en el cuentakilómetros, para autoimponerse una buena velocidad sostenida, sin olvidar hidratarse
de manera habitual. Mis sensaciones son extrañamente buenas desde los primeros
metros de la ascensión, las de mi compañero son algo peores, parece obvio que
la recuperación del esfuerzo del día anterior fue diferente para ambos. Es
curioso este deporte cuando los rendimientos varían enormemente de una jornada
a otra. Lo lógico en una subida tan dura es que cada uno vaya a su ritmo,
quedarme a un ritmo menor con los desarrollos tan poco adecuados que llevo me
hubiese debilitado de manera muy importante. Asciendo La Cobertoria, de manera
alegre aunque visto desde fuera pueda parecer que voy muy "atrancado",
pero cada cual tiene su manera de pedalear. Paso el desvío hacia el Gamoniteiro
de largo para acercarme a hacerme la foto de rigor en la cima de la Cobertoria.
El desnivel aquí disminuye tremendamente y me permito la frivolidad de poner el
plato de 52 dientes para ese kilómetro y poco. A continuación os muestro las imágenes que tomé:
Después de las fotos en el cartel del puerto, me alimento un poco y bajo de nuevo el tramo hasta el desvío al Gamoniteiro en busca de Iván. Allí pregunto a una serie de cazadores, que me confirman que mi compañero ha pasado por allí hace un par de minutos y que tomó el desvío.
El Gamoniteiro
Yo mismo en la Cobertoria |
La flaca bajo el cartel |
Después de las fotos en el cartel del puerto, me alimento un poco y bajo de nuevo el tramo hasta el desvío al Gamoniteiro en busca de Iván. Allí pregunto a una serie de cazadores, que me confirman que mi compañero ha pasado por allí hace un par de minutos y que tomó el desvío.
El Gamoniteiro
El primer kilómetro y medio de ascensión al Gamoniteiro son muy llevaderos, tanto por porcentajes (6%) como por el cambio que supone en el paisaje (carretera muy estrecha y curveada, arboleda tupida muy cerca de los arcenes y asfalto rugoso). Alcanzo a mi compañero que anda buscando cobertura para preguntarme donde andaba. Retomamos el asalto y muy pronto la realidad choca contra nosotros en forma de porcentajes duros. Prácticamente 4 kilómetros en torno al 10% constante dificultan el ascenso, con varias rampas de dificultad. Incluso un peligroso tramo de hormigón plagado de baches hace poner en peligro la verticalidad. Dan ganas de apearse a bajar presión de los neumáticos. Los paisajes son espectaculares entre praderas de alta montaña y multitud de picos rocosos. La carretera se torna muy estrecha de tal manera que incluso cruzarse con un vehículo podría ser problemático. Por fortuna no son demasiadas las veces que nos encontramos con ellos.
Últimas rampas |
Llega lo duro, lo que hace cambiar el adjetivo que mejor describe la ascensión de "agónico" a "épico". Te das cuenta de la poca distancia que queda pero para llegar a las antenas que coronan el puerto tienes que girar el cuello de manera dramática para verlas sobre tu propia cabeza. 1,4 kilómetros duros, muy duros, con rampas de hasta el 17%, asfalto descarnado con muchas piedras. Poner el pie aquí debido a un patinazo sería un mal postre a un excelente menú sobre dos ruedas. Parecía que iba bien, muy bien, pero aquí incluso llegas a dudar de tus fuerzas. Toca sufrir, como siempre se acaba sufriendo sobre la bicicleta. Los últimos 100 metros son diabólicos, volvemos a encontrarnos con el maldito hormigón con miles de baches que nos hacen rebotar sobre el suelo sin apenas conseguir algo de adherencia que nos permita avanzar, ya se ven las vallas que impiden el acceso al centro de comunicaciones de la cima. Llegué, y me doy cuenta de las maravillosas vistas que tengo. Es increíble que no me hubiese fijado cuando desde hace minutos eran obvias. Misión casi cumplida, porque como para los alpinistas, no estará finalizada hasta que lleguemos a casa.
Me hago unas fotos, me
abrigo, como un poco y bajo unos pocos metros para inmortalizar la llegada de
Iván que a pesar de sus fuerzas ha conseguido hacer un ejercicio psicológico
brillante para conseguir coronar de una manera más que digna, mejorando su rendimiento respecto a la Cobertoria. No podemos
quedarnos mucho arriba, la altitud se hace notar en la temperatura.
La bajada del Gamoniteiro es muy peligrosa, el asfalto no es bueno, la carretera es estrecha y sucia, y las curvas brindan unas extraordinarias vistas pero sin ningún tipo de quitamiedos que pudiese detener una fatal caída. Hay que ir muy despacio, no queda otra. Duelen más las manos de tanto frenar que las propias piernas. Pero la satisfacción es enorme. No creo que mucha gente de "nuestro nivel" pueda salir indemne de los excesos deportivos de este fin de semana. Nos incorporamos a la Cobertoria y aquí todo cambia. La bajada es amplia y permite llevar una velocidad muy buena. No obstante, hay que llevar los frenos bastante apretados para que la bicicleta no se "alegre" demasiado. Acabamos la larga bajada y llegamos a Pola de Lena, donde nos volvemos a quitar la ropa de abrigo. Los últimos kilómetros hasta nuestro destino discurren de nuevo por una carretera cómoda, a pesar de un ligero viento en contra. El cansancio se reflejará en nuestros rostros un par de días pero la felicidad por haberlo conseguido durará siempre.
La bajada del Gamoniteiro es muy peligrosa, el asfalto no es bueno, la carretera es estrecha y sucia, y las curvas brindan unas extraordinarias vistas pero sin ningún tipo de quitamiedos que pudiese detener una fatal caída. Hay que ir muy despacio, no queda otra. Duelen más las manos de tanto frenar que las propias piernas. Pero la satisfacción es enorme. No creo que mucha gente de "nuestro nivel" pueda salir indemne de los excesos deportivos de este fin de semana. Nos incorporamos a la Cobertoria y aquí todo cambia. La bajada es amplia y permite llevar una velocidad muy buena. No obstante, hay que llevar los frenos bastante apretados para que la bicicleta no se "alegre" demasiado. Acabamos la larga bajada y llegamos a Pola de Lena, donde nos volvemos a quitar la ropa de abrigo. Los últimos kilómetros hasta nuestro destino discurren de nuevo por una carretera cómoda, a pesar de un ligero viento en contra. El cansancio se reflejará en nuestros rostros un par de días pero la felicidad por haberlo conseguido durará siempre.
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